Las nueve tareas
A la tribu de los Seleccionadores, se les encomendó podar, desyerbar y separar. A ellos les correspondía asegurarse de eliminar la hierba mala, esa era su labor, por ello se les llama seleccionadores, porque tienen la capacidad de distinguir lo bueno de lo malo, lo correcto de lo incorrecto. De visión clara, de sólidos principios, son capaces de inspirar a los demás y de conducirlos hacia el bien. Hay que saber distinguir lo blanco de lo negro y viceversa. Los seleccionadores tienen también la misión de purificar el agua. La tribu de los seleccionadores viene a reformar y mejorarlo todo; buscan perfeccionar el jardín y al mismo tiempo perfeccionarse a sí mismos. Y eso es lo que hacen mejor que nadie. Entonces, que lo hagan, que sean los maestros, que reformen el jardín para que luzca más bello y puro, sin las malas hierbas.
A la tribu de los Profundos se les encomendó la labor de develar el misterio, de encontrarlo; de rescatar el símbolo y la magia en todas las cosas. De apreciar la belleza de las flores, de los prados, de los frutos. De encontrar los significados más íntimos en cada una de las estaciones, de mirar los amaneceres y atardeceres y descubrir en ellos las claves universales para todos los habitantes de ese paraíso terrenal. Vienen a encontrar la parte sutil en la apariencia, a reconocerla. Vienen a diseñar el jardín. Vienen a hacer del jardín una metáfora de la vida misma. Los profundos vienen a ver la vida como una obra de arte excelsa llena de poesía, música y misterio.
A la tribu de los Compartidores se les encomendó la labor de repartir. Están ahí para compartir los frutos del Edén. Vienen a desgajar los frutos y ofrecerlos a los demás. A ofrecernos la sombra de los árboles. Un compartidor distribuye para que a todos toque. Está ahí para ver donde hay mucho y donde hay poco, para compensarlo. Esto se llama servicio. El trabajo de los compartidores será pues el servicio; proporcionar cobijo en la sombra, repartir con inmenso cariño los bienes. El compartidor acarrea y regala los frutos, la sombra, el agua. Esa es la labor que le corresponde.
En esta labor existe mucho contacto con todos los habitantes de las diferentes tribus y hay que tener gran disposición para tratar con la gente e intuir cómo acercarse a los demás. El compartidor es como el tronco de un árbol que lleva los nutrientes de la raíz a las hojas y ramas. La más grande paga que reciben los compartidores, es el agradecimiento de todas las demás tribus por la labor tan bella que desempeñan.
A la tribu de los Fuertes se les asignó la tarea de la protección de los más débiles, de la justicia y de hacer que los demás cumplan su responsabilidad. Dentro de sus dotes naturales está la de ser líderes fuertes, poderosos, la de no doblarse con facilidad. Pueden sostener duras disputas y estar constantemente en el campo de batalla. Hacen el trabajo sucio en caso de ser necesario. Vienen a regatear, a otorgar vida y muerte. Controlan quien entra y quien no. Defienden a las demás tribus y gozan de la batalla.
A la tribu de los Conocedores o Clasificadores, de los sabios, se les otorgó la función de estudiar y catalogar todo lo que hay en el jardín. Tantos árboles de unos y de otros, como a toda especie presente en el jardín… Mantienen ante todo la actitud científica de entender, de conocer, de observar, de clasificar e interrelacionar.
Comprenden la fotosíntesis y todos los procesos. Bucean en la profundidad de las cosas. Estudian la funcionalidad de los objetos. Su trabajo es muy solitario, pero prefieren hacerlo de esa forma. Les permite ser observadores imparciales y registrar lo que sucede en el jardín, sin involucrarse con muchas personas.
A la tribu de los Divertidos se les asignó la labor de mantener muy positivo y optimista el entorno, la de organizar la diversión, el placer y encargarse del aspecto lúdico de la comunidad. En toda comunidad siempre es necesario el disfrute y la alegría. La tribu de los divertidos posee talento nato para gozarse y hacer gozar a otros la experiencia. Con ellos se aprende a degustar los frutos y llenarnos de alegría. Los divertidos nos enseñan a solazarnos con las cosas buenas de la vida. El divertido tiene la función de encontrarle el lado bueno a todas las cosas, de ser muy positivo y de contagiarnos su alegría, su chispa y sus felices ocurrencias. Al divertido le encanta contar anécdotas, cuentos, chistes y no le importa si hay una multitud alrededor de él entusiasmada con sus historias.
A la tribu de los Eficientes les corresponde el éxito del jardín. Están ahí para lograr que todo luzca de la mejor manera posible, que todo sea excelente y la apariencia sea impecable. Los eficientes vienen precisamente a promover todo el Jardín. A hacer que las manzanas crezcan más grandes, que las hojas sean más verdes, que no exista otro jardín que se le parezca, pues allí florecen preciosas flores y se dan los mejores frutos de la región; les interesa que sea conocido en todos los lugares, cercanos y lejanos, como el mejor jardín. No sólo es importante trabajar, sino que realmente el trabajo produzca frutos y que estos puedan demostrarse claramente con controles de rendimiento.
A la tribu de los Armónicos se les dio la tarea de la conciliación, de llevar la paz y la calma a los demás. Vienen a armonizar, a conciliar, a fomentar la convivencia de las tribus. Vienen a disfrutar, a poner una hamaca entre dos palmeras y a admirarse. A enseñar el reposo y la tranquilidad a los demás. A mostrarnos cómo los problemas pueden llegar a solucionarse con un cierto intervalo de tiempo de por medio. Vienen a amar la naturaleza y a ver las distintas posturas y divergencias entre las varias tribus, como una oportunidad de enriquecimiento. A los armónicos les corresponde ver las diferentes caras de un problema y ver cómo todo está relacionado con todo y, finalmente, todo siempre tiene una solución para las partes en conflicto.
A la tribu de los Responsables se le encomendó una tarea muy importante y que no puede delegarse en cualquiera que no sepa cumplir sus compromisos cabalmente: la tarea de la unificación y la previsión. Son como la argamasa que mantiene todos los ladrillos unidos. Proporcionan el sentido de grupo al jardín y fomentan el apoyo y la protección entre todos. Vienen a respetar y a vigilar que se respeten las leyes y normas que se han dictaminado para el bienestar del jardín. Ellos trabajan bajo la guía del sabio y viejo maestro quien los apoyará para lograr que el jardín sea una comunidad, un grupo armónico con sus propias reglas y tradiciones. Un espacio de convivencia y compromiso, una gran familia.